Post-niña
No
me gusta el kitsh. No es nada grave, solo que no me gustan esas canciones, esas
ropas, esos movimientos que te lleva la onda del añejo con lentejuelas.
Prefiero el "postniña", prefiero ese tono travesti menos puro y más
raro. Que no anden preguntando "cómo seria una post-niña". Tanta
claridad a veces en el habla travesti podría dejarnos a todxs sin pelucas. No
hay un solo modo de ser travesti, "postniña". Algunas con la niña se
quedan muy kitsh hasta pa resentirse, porque se enojan a la antigua, como esas
ancianas patriarcales que no les alcanzó ni pal niña sin post y se aferran
tanto a sus propias lentejuelas. Quiero decir que las travestis ochenteras me
tienen un poco lateado. Andan diciendo por ahí "estos disidentes quieren
ser travestis sin haber vivido todo el dolor que yo viví, poh niiiña".
Como las ancianas patriarcales que nos dicen que no vivimos la dictadura asi
que deberíamos callarnos y que ellas han sufrido más que nosotrxs así que
debiéramos ser agradecidxs. Como un héroe exigiendo adoración de su pueblo. No,
postniña. El travestismo no es revolucionario, en eso estamos de acuerdo varias
travestis, pero tampoco hay un solo travestismo. El ochentero les toma a las ochenteras
que se afirman solas las lentejuelas. Nosotras, las niñas con post, nos tejemos
entre nosotras el brillo y no nos quedamos prendiéndole velas al casette para
imaginarnos una telenovela mexicana con la niña hermosamente vestida siendo la
villana que se venga de todas las perras en su camino. La postniña es una
manada de perras. Algunas sufrieron más con la dictadura, pero los hombres
compiten, nosotras, postniña, estamos aprendiendo formas de brillar cruzadas
como perras adictas al frote, una forma para tener brillo juntas. Porque se
sabe que las ochenteras tienen hasta el manual del brillo solitario. Por eso
dicen que no podemos ser travesti. Como las mujeres feministas ochenteras que
dicen que solo ellas pueden ser feministas. No pienso comprarme el manual de
cómo ser travesti. Prefiero imaginármelo, postniña.
Tanto
escuchar kitsh a la fuerza terminé por imaginar un travestismo donde las
dimensiones de hombre o mujer no tengan mucha importancia. Otras dimensiones
son posibles. Mi travestismo, postniña, no quiere competir con otros
sufrimientos ni llorar por la corona de espinas. La omnipresencia del taco
lemebeliano puede sonar mucho a éxito de ventas en la sección “calzados de
mujer” del mall y ese travestismo ochentero entre los tacos y la dictadura solo
escuchan kitsh. Nosotras preferimos tonalidades más demenciales. Confiamos tan
poco en la historia que nuestro neuro-caos nos toma más como fuente de
imaginación, postniña. Andan diciendo por ahí que solo ellas vivieron la dictadura,
per nosotrxs todavía vivimos en dictadura. Parece que el kitsh y su brillito
ochentero las tiene convencidas que realmente se acabó asi que nadie nunca más
volvió a sufrir como en sus días. No, postniña.
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