Tarifa diferenciada
Estos
días de fiebre futbolera me ha tocado atender pasada la media noche. Los clientes que me frecuentan durante las
tardes, siempre después del trabajo, han estado viniendo poco y después de ver
cada partido y celebrar. Algunos llegan borrachos, con otros me termino
emborrachando. Atender después de las 12 este tiempo ha significado más fiesta
que trabajo y en todas he aprendido un poco más de futbol y sus jugadores, qué
gol estuvo bien ejecutado, cuál falta fue una exageración. Sin embargo, tuve de
clientes a una pareja que no quería hablar de partidos y solo quiso tirar toda
la hora pagada, hasta el último minuto.
Eran
universitarios y apenas cruzaron la puerta me mostraron su pase para comprobarlo.
Uno me había visto decir en algún video que tengo tarifa diferenciada, que
bastaba con el pase para pagar menos. Llevaban unos años pololeando y hace unos
meses habían comenzado con los tríos. Yo era el segundo puto que visitaban.
Estaban en paro y odiaban la Copa América. Uno me quiso lamer varios rincones
mientras el otro jugueteaba con su pichula en mi boca. Me gustaba mirar cómo se
organizaban tácitamente para hacérmelo sin interrupciones. En un momento me
acordé del “shorcito futbolero” que me compré luego de atender al cliente “colocolino”.
Uno tenía las piernas precisas para lucir el short y le propuse que lo usara mientras seguía jugueteando con mi
boca. La idea le gustó a ambos y de pronto éramos 2 chupándoselo, arrodillados
entre sus muslos, con su pichula asomada por uno de los lados del short. Coincidimos en el morbo de lo
deportivo. A ni uno nos interesaba hablar de futbol, pero sin mencionarlo
estábamos fantaseando con las piernas de un jugador. Cuando decidieron ponerme
en cuatro, me pusieron el short en la boca, amarrado a la nuca. Su olor a bolas
me inundaba la nariz mientras uno me lo metía y el otro miraba desde una
esquina del dormitorio. Le daba instrucciones a su pololo y yo me imaginaba –algo que ha sido frecuente estos
días- a un entrenador furioso y caliente. Debía rendir hasta el último minuto.
El “Popper” se me había acabado, pero el short amordazándome y la complicidad
de ambos me tenían embobado, despreocupado del tiempo. Cuando acabaron lo hicieron al mismo tiempo y
en mi cara.
Estaban
muy agradecidos de mi “buena onda” porque creían que iba a ser todo muy
mecánico, muy fingido, que yo iba a estar atento al reloj. Les conté que me
calienta demasiado tirar con parejas y más aún compartir ese fetiche con la
imagen deportiva, las instrucciones y la mordaza. Ambos insistían que odiaban
la Copa América, pero que los jugadores siempre son muy sensuales. Finalmente
el exceso de futbol logra aparecer aunque uno no lo quiera, pero me ha
significado atender bastante estimulado y ampliar mi cartera de clientes. Entre
los universitarios en paro y los hinchas no puedo quejarme de estar pasándolo
mal. Solo espero que termine luego toda esta oleada para poder atender más
temprano y no estar durante las tardes escuchando los gritos y trompetadas,
aburrido frente al computador esperando clientes.
"Diario de un Puto" The Clinic 2015
Comentarios
Publicar un comentario