Travesti de closet
“Travesti
de closet” es un nombre de usuario muy común en el chat gay. Más que una forma
dramática de conllevar una “identidad reprimida”, es el morbo de travestirse
solo en contextos íntimos, para un deleite sexual. Es un travestismo torpe, sin
el mejor maquillaje, muchas veces sin nada de pintura y con los pelos
abundantes. Me he encontrado con caballeros que disfrutan mucho jugando a ser
una lola cachonda. Pueden tener una vida muy cómoda, con familias bien
constituidas y puestos laborales envidiables. Como no dejan de ser hombres ante
el mundo, pueden llevar una vida sin problemas teniendo muy bien guardados sus
accesorios femeninos en algún armario secreto.
Una
“travesti de closet” que atendí me propuso que falláramos los 2 travestidos. Tenía
sus accesorios y un par de cosas para mí. Me pasó un peto azul, una peluca
negra y una faldita escolar. En esos momentos mi nombre es Renata. Él se puso
una peluca roja, un jumper muy ajustado y unas pantys rotas en la parte de su
culo enorme y peludo. Teníamos que lamernos en 69, cuidando que las pelucas no
se salieran de su lugar. No hubo maquillaje de por medio. Para no arriesgarse, prefería
solo el vestuario. Decía que no le gustaba la idea de andar como travesti por
la vida. Para él solo estaba bien si era bajo cuatro paredes, de vez en cuando.
Le molestaba que dejaran de ser hombres. No quise decirle lo trans-fóbico que
me parecía su comentario.
Tuvimos
un dildo de doble penetración. Los 2 en cuatro patas unidos por cada extremo
del dildo. Pegados como perros. Mi peluca se corría bastante con el agite
brusco de nuestro culo. Que lo llamara
con el nombre de su esposa lo calentaba aún más. Cuando se lo dije en
diminutivo pegó un gemido que en un momento me preocupó. Acabó entre sus manos
“para no macharte las sabanas” y se la tragó. Le gustaba el sabor de su semen.
Siempre ha querido que su esposa se lo trague. “Pero es una mujer muy decente”.
Quiso
que de inmediato nos quitáramos nuestro disfraz. Me preguntó si yo acostumbraba
a vestirme de mujer. Para mi ser Renata es un morbo en venta. Mi ética de puto
me permite ser un mutante, ser lo que pida el cliente. Vestirme de escolar, de
futbolista amateur, del pendejo punk son mis travestismos favoritos a la hora
de atender. Pero Renata es mucho más calentona. Es calentona y peligrosa,
porque muchos clientes se van “dañados”, como con una duda sobre su
masculinidad, con un miedo a querer seguir siendo ese nombre de mujer y ya no
volver más a ser el hombre de la casa.
Solo por esa duda en ciertos “travestis de closet” este morbo me parece mucho
más fascinante.
Hay
algo más que calentura en esos caballeros que buscan ser tratados como
tratarían a sus esposas. Ciertos
fetiches se constituyen por esa contradicción entre lo que se desea y se odia.
"Diario de un Puto" The Clinic 2016
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