La marcha del aborto en la (des)medida de lo (im)posible
Llevamos nuestro hashtag #YoAborto rayado sobre
cartulina blanca, el lienzo naranja esperanza Por el Derecho a No Nacer
extendido entre distintos cuerpos turnados y el feto multiplicado exigiendo su
propio aborto. Éramos un grupo de “rebeldes hipersexualizados” decididxs a
volver a marchar por el aborto libre en este país, luego de su gloriosa toma en
la Catedral, aunque la ambigua (des)autorización del poder nunca nos dio la
certeza –ni la necesitábamos- sobre qué teníamos permitido realmente hacer. El
naranja esperanza se mezcló con el verde flúor. La segunda manifestación
feminista del año por al aborto y en la vereda hacia el punto de encuentro, por
la Alameda, sólo vimos ese verde opaco obsesivamente uniformado diseminado como
si alguna catástrofe civil estuviese a punto de suceder. Sucedieron sólo más
imágenes verde opaco. Guanacos, micros, zorrillos, cascos, botas, armas, radios
en red, rejas. El paisaje fue muy similar al que vi en la televisión durante
varios días a propósito del espectáculo “A 40 años del Golpe”. La Plaza Italia
sitiada, cercada, fragmentada con rejas en cordón y un excesivo número de pacos
en cada esquina. El punto de encuentro era una imposibilidad. Sólo se divisaban
unas banderas entre los árboles del Parque Bustamante como posible punto de
encuentro y tuvimos que tragarnos la rabiosa saliva a punto de escupírsela en
la cara a tanto uniformado vigilante. Eran más pacos que manifestantes o, al
menos, demasiado contingente policial para tan disminuida manifestación.
¿Tanto peligro significa para el Estado que se reúnan
grupos feministas a exigir el aborto en Chile? ¿Es el feminismo el nuevo
terrorismo para el poder? ¿Cuál es el real problema para el poder cuando decide
no autorizar una movilización pro-aborto y sí una de la Diversidad Sexual?
Ante la última pregunta creo que es bastante obvia la
respuesta. Tenemos bastante claro el carnaval, ese multicolor desfile
pro-familia que significa la marcha de la Diversidad Sexual. Sus dirigentes han
expresado el conservadurismo que los tiñe y el oficialismo de derecha ha sabido
acogerlos en su seno. No por nada ni un solo grupo de la Diversidad Sexual
asomó siquiera sus coloridas banderitas entre los pacos y feministas esa tarde.
Los homosexuales quieren casarse y tener hijxs; el feminismo abortista sólo es
una amenaza para la institución de la familia. Al igual que las marchas de lxs
estudiantes no pudo continuar dirigiéndose por el trazado clásico de la
Alameda, la marcha abortista, aún más peligrosa, ni si quiera ha tenido
autorización definitiva por segunda vez que se realiza. Sin embargo, no nos
interesa el permiso. Quizás sí es relevante para las feministas lila, esas que
siguen afirmando su signo mujer en esa arrugada bandera de suave tono, las que
dialogan confiadas con la institucionalidad sin perder nada; porque tampoco
exigen nada, porque sólo tienen el consenso para poder actuar, siempre con
respeto, siempre tan buenas ciudadanas y ausentes en esta última manifestación
donde sólo nos vimos quienes creemos en un feminismo más trans, más post, más
radical, más lésbico, más anarco, más disidente, más flúor y maldito. Porque no
intentamos visibilizar nuestras ganas de abortar para simpatizarle al enemigo,
sino que lo hacemos conscientes de que algo cortante le estamos deslizando
sobre su superficie. Quizás tenemos tan consciente lo incomodxs que somos para
ellos que ni si quiera nos asombró tanto la truncada manifestación que vivimos
en un fragmento del Parque Bustamante. Fuimos la marcha sobre una
ciclovía. Fuimos un trozo microscópico
del país gritando el aborto. El feminismo más cortopunzante frente a frente con
la Fuerza Pública en un silencioso odio resguardado bajo árboles, sobre pasto,
en medio de un bandejón central que no llenaba más de una cuadra.
![]() |
Es que estamos en la democracia en la medida de lo
posible. Somos un país soberano en la medida de lo posible y sus políticas se
mantienen dentro de esa posibilidad limitada por una medida que claramente
impone la dictadura neoliberal que nos “gobierna”. Pasar esa medida de lo posible es también un
deseo y es el deseo que ellos nos resguardan, porque es un deseo hambriento,
sin misericordia cristiana, sin respeto burgués, sin consenso ni decencia. Pero
esa medida de lo posible fue ejecutada con inteligencia fascista para
disminuirnos aún más la participación de este deseo colectivo. Nos rodearon de
carabineros como si fuésemos las chicas más malas de la ciudad a punto de
estallar mil bombas viscerales. Custodiaron distintas entradas. Enrejaron
puntos estratégicos para invisibilizar aún más la marcha del aborto que nunca fue
permitida como marcha “porque luego de la toma a la Catedral, no les van a dar
más permiso nunca más” nos dijo una carabinera. Y dimos la vuelta a la manzana,
prácticamente, en nuestra insistente manifestación, en nuestra (im)posible
marcha abortista, siempre contenidxs por la invasiva presencia policial.
¿Fue un fracaso el 28 de Septiembre? ¿La marcha es la
única posibilidad de visibilizar un deseo colectivo como el aborto? ¿Podemos
armar otras estrategias de manifestación que no nos obligue a obedecer una
autorización de la superintendencia?
No creo en esa lógica del éxito/fracaso. Creo, más
bien, en la porfía del resistir. Unx puede partir, quizás, desde un fracaso;
pero nuestra manifestación abortista es el indicio de que no estamos gritando
algo que no le interese a nadie, que no asuste al poder. Somos gente joven que
está intentando ficcionar en contra de esa medida de lo posible que nos impone
esta dictadura neoliberal. La marcha no es ni será la única forma. Porque no
nos autorizarán. Porque no somos cuerpos autorizados ni queremos serlo. La
creatividad, la belleza de la poética abortista debe generar nuevas formas de
manifestación que no dependan del permiso institucional o, al menos, que no nos
obligue a tener que ser opulentamente resguardadxs por el control policial de
Chile. La ciudad como campo de batalla, al igual que nuestros cuerpos, está
dispuesta a ser intervenida. La web y sus redes sociales tampoco se nos escapan
de las manos. Hay que dejar de creer que sólo con una marcha podremos visibilizar
el aborto y, como se ha demostrado, hace rato hemos dejado de creerlo así.
Prostituirnos por el aborto, infiltrarnos por el aborto, travestirnos por el
aborto. Ellos tienen las armas, las leyes; nosotrxs tenemos este deseo. Fuimos
una marcha imposible, pero porfiada. El feto punk, ese que no quiere nacer,
amenazará cuantas veces crea necesario; el feminismo abortista ha irrumpido
para seguirlo haciendo. Nada nos detendrá.
Sabado 28 de Septiembre, Santiago de Chile (Segunda marcha por el aborto del año).
fotografía: Marcela Valdés
Comentarios
Publicar un comentario