Cine porno




En el cine porno lo más porno es lo que sucede entre las butacas y el baño. El Capri, el Mayo y el Nilo son los que frecuento. Cuando era niño con mi familia pasábamos por la Plaza de Armas y yo alucinaba con entrar a alguno. Leía los títulos de las películas y me calentaba. El día que entré a uno por primera vez preferí ponerme a mirar lo que sucedía en la oscuridad entre las butacas; la película solo me sirvió para iluminar un poco.  Es porno heterosexual. El mejor momento para ir es en la tarde, cuando muchos salen del trabajo. A veces me encuentro con colegas. La cartelera triple x suele ser una perfecta excusa para sobajearse a oscuras. Varias veces he salido con clientes del cine. Desde que comencé a masturbarme viendo la película de turno se ha vuelto muy rentable visitarlo. Los paseos que me doy al baño a veces devienen en “orgias expresas”.

Hace unas tardes me metí a la función de las 17 hrs. La película estaba fome y la sala hervía. No se veía mucha actividad entre las filas pero si varias cabezas atentas al porno en pantalla grande. A unos metros 2 tipos se masturbaban mutuamente. No se miraban. Mantenían la vista en los actores. Luego fui a mear al baño y un caballero se quedó a mi lado mirándome. Vi que se acariciaba el bulto y comencé a “prenderme”. No alcancé a terminar de mear y ya lo tenía parado. Esas situaciones siempre me han excitado con facilidad. Sin si quiera mirarlo de vuelta. No saber cómo era su cara ni su voz. Me lo guardé y me subí el cierre. El cinturón me lo dejé abierto. No me lavé las manos y solo le dije “vamos”. Cuando se sentó a mi lado comenzó a masturbarme. Le dije al oído cuánto cobraba por eso. La plata me la pasó de inmediato; andaba preparado. Me lo chupó un rato y comenzaron a acercarse otros. Nos rodearon 3 en un momento y se masturbaban mientras mi cliente improvisado me la chupaba cada vez con más ansiedad. De pronto paró y me metió más dinero al bolsillo. Quiso que los 3 se acercaran aún más y yo comenzara a chupárselo. Ya estaba demasiado caliente como para titubear.

Es inevitable sentirse un actor porno dentro de toda esa pornografía que contiene el cine. Como un centro de entretención-laboral más en la ciudad. Hombres casados, divorciados, viudos. Putitos como yo, travestis y “locas” antiguas. A mí me gusta mucho la pornografía por ambos lados de la pantalla. También es cumplir mi propia fantasía del sexo sin rostro ni nombres ni siquiera con la certidumbre si es de mi gusto o no. Que paguen por ver cómo uno ve porno ha vuelto a ser mi rutina preferida. Cansarse es innecesario con estas posibilidades.
Mi cliente improvisado se quedó chupándoselo a los 3 visitantes. Yo ya había acabado en su boca y hasta ahí llegaba el trato. Desde la salida vi hacia su puesto y eran una silueta gigante y deforme moviéndose. Oí gemidos y palmadas. Afuera estaban cerrando los locales de la galería. Conté el dinero y decidí finalizar mi jornada de ese día, muy satisfecho. Invitar a mis clientes me parece una buena idea. No entrada no es cara y en algunos tienen funciones con horario continuo. No me molestaría que alguien me pague por acompañarlo un día entero al cine porno. 



"Diario de un Puto" The Clinic 2015

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