La (in)dignidad de Mariana Maríno






Que la dignidad y honra de Mariana Marino. Que por puta le publican videos. Que Rony Dance es un campeón por habérsela culiado. Que el respeto, que la intimidad, blah blah blah. Luego que Sandra Bustamante sólo quiere colgarse a la fuerza en la farándula. Que es una ninfómana y que se acuesta con todos para conseguir más pantalla. Que su marido, que su fidelidad de esposa ejemplar. Que Kenita Larraín le rompe el matrimonio a Arturo Longton. Que él tiene todo el derecho a rehacer su vida, ella es la rompe relaciones, ella es la única trepadora culpable. Que sólo les interesa prensa.  Y la Wilma González infiel y culpable de su rompimiento con el celoso Andrés Longton. La culpa, las mujeres malas; esas perras calientes y trepadoras, ambiciosas zorras ninfómanas culpables de todo y por todos.
A mí me gustan, incluso hasta me siento identificado. Si las analizara en detalle, quizás seria capaz de criticar varios aspectos de cada una, más de alguna que otra; pero en el fondo, me gustan. Me agrada que sean así de perras, que logren separar el sexo del latero amor que se impone acá y sepan cobrar por lo que supuestamente jamás deberían hacerlo. Sólo son estupendas monstruos que el mercado ha creado –al igual que Vale Roth, Tanza Varela, Luly, Adriana…etc., la lista es larga-. Quizás no estén conscientes de lo que pueden significar y sólo terminan quejándose por tanta mediatización de sus coitos –cosa que ellas finalmente han permitido-, pero son nuestras mujeres malas y las quiero. Las quiero no por una estúpida cuestión emocional de típico fanático, sino porque sólo el odio las ha acaparado y sigue haciéndolo. Me sorprende ver hasta ahora muchos comentarios de otras mujeres, culpabilizándolas, encarándoles una desvalorización; mujeres misóginas y machistas rasgando vestiduras, como bien ha dicho mi sabia Pamela Jiles, cuando sólo cabe decir “que harto fome es la performance amatoria de Rony Dance” y listo, sin doble moral ni recriminaciones misóginas. Pues asombra porque ya estamos hasta la coronilla del maltrato hacia los sujetos feminizados (penetrables), sin embargo Mariana Marino “sólo esta recibiendo lo que se merece por puta”. Caso emblemático de la fijación que aún mantiene la gente –nuestra gente- en temas sexuales: la mujer. Sin embargo, poco se ha dicho sobre esa disfunción eréctil evidente de Rony Dance y de lo aburridor y triste de ese espectáculo (anti)erótico. Se prefiere hablar de culpas, de dignidades; se prefiere, incluso, victimizar a Mariana Marino, puesto que las mujeres o son putas o son victimas, no hay más.
Lo triste y patético no está en ser “victimas” –a todos nos puede y debiera pasar- de unas filtraciones de material pornográfico en las redes cibernéticas, sino en que esa pornografía siga siendo tan fome, poco elaborada, monotemática y deficiente. El porno si bien ha llegado ya a nuestro poder –como posibles “porn star” y filmadores-, entonces que valga la pena tanto poder que estamos administrando. El trafico audiovisual no sólo sirve para “deshonrar a una mujer como Mariana Marino” –quien debiera estar agradecida por tal filtración-, sino que también, y realmente, para mejorar y representar lo que tanto nos gusta hacer a escondidas (ya a unos pocos) y en exhibición completamente pública (ya a varios). El ojo no debiera estar en su moralidad muchas veces retrógrada, sino en su despliegue artístico como toda creación sexual. Si nuestras perras faranduleras se asumieran cada vez más –se sabe que en este país no se les hace fácil-, ya tendríamos algo mucho más traficable que Paris Hilton y Pamela Anderson en nuestra web pornocriolla. Y por favor, hay más que sólo meter y sacar.

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