Héroes en bicicleta.




Gente que anda en bicicleta porque el medio ambiente, porque el consumo automovilista, porque la salud, porque muchas razones, incluso, por mero arribismo cultural. Legitimo decidir tal medio de transporte. Es cierto que supera mil veces lo que es una micro (sobre todo del apestoso Transantiago), taxis y toda clase de automóvil que sólo contribuye  al ya caótico sistema de trasporte actual. Es un peligro la calle para los ciclistas. Son una minoría más. Gente con ideales y gente sin ellos. Gente que intenta cambios y otros que sólo pedalean, pedalean y pedalean con una venda en los ojos y la hipersensibilidad chillona a ras de piel. Yo, como de costumbre, me quiero dirigir a esos ciclistas: los inconscientes llorones.
Me resulta bastante despreciable leer/escuchar a ciclistas que vomitan con tanta rabia –esa rabia que predomina en la gente con poco ejercicio cerebral- contra choferes, en especial, de micro. No se detienen. Su odio a esa clase trabajadora, una de las más explotadas, me parece comparable a ese odio fascista contra nanas, mineros, prostitutas, vendedores ambulantes, etc. Gente que por andar en bicicleta –bonitas, seguramente caras-, siente que son los nuevos ciudadanos ilustres, casi heroínes del medio ambiente que tienen todo el derecho a mirar desde su cumbre sobre dos ruedas a choferes que están resentidos hasta el ultimo hueso porque simplemente en este país –como en varios en Latinoamérica- la clase baja sigue obligada al sacrificio laboral para poder comer en casa. Ciclistas que se creen los nuevos blindados, respetables y sobrevalorados. Una minoría que me causa nauseas en tanto inconsciente con esa clase trabajadora que los lleva al carrete en noches de año nuevo –noche que nadie desea trabajar- , lloriqueando odiosos.
Si bien es cierto que existe una prepotencia y agresividad en muchos conductores, no creo que el blanco de represalias e insultos de parte de los ambientalistas pedaleantes deban ser estos trabajadores del Transantiago. Son empleados de un sistema hostil e ineficiente.  Los atropellos y otros accidentes no pasan por personalismos ni por una costumbre homicida de quienes conducen la micro. Seria bastante egópata creer que el peligro entre vehículos y ciclistas es una intencionalidad. Dicen que los autoproclamados salvadores (de lo que sea) siempre suponen que los atacan por una cuestión personal. Estos salvadores en ruedas están creyéndose el cuento y ahora todo vehículo motorizado los quiere aniquilar del mundo. Seria preferible que sus manifestaciones fueran más decididas y en vez de lucir sus bellos uniformes y bicicletas pro las calles de la ciudad, proclamen con más fuerza un cambio en el trafico diario de vehículos y sus distintas vías de circulación. Es de cobardes descargarse con los débiles y no con quienes tienen realmente el poder. Es de simples egópatas descerebrados gritar su odio llorón ante trabajadores menospreciados. Que se decidan a exigir una solución para el caos completo de la calle “vehicularizada”, puesto que su condición de ciclistas ambientalistas no es la más revolucionaria ni salvadora; después de todo están siendo el nicho perfecto para el consumo de un producto hoy en día muy rentable. El odio debieran esparcirlo por otro lado y comprender un poco más, como verdaderos ciudadanos conscientes, que el trabajo de un chofer resiente hasta los huesos y que nadie los quiere atropellar a propósito. Que sigan pedaleando, pero, esta vez, ojalá se quiten la venda y bajen un poco el asiento para no mirar desde muy arriba.

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