(In)Feliz Día de la Madre: trabajadoras sexuales no pagadas.






Amo a mi mamá. De niño fui su admirador y queria ser como ella. Es una mujer joven aun y podria estar bailando conmigo en alguna disco. Sin embargo, no puedo evitar cuestionar las intensiones de un "Feliz día de la Madre" y, como de costumbre, hablar de la parte fea que todxs ocultan entre arreglos florales, chocolates y abracitos tiernos.

¿Se puede hablar de felicidad cuando se habla de maternidad? ¿Es la maternidad algo que debamos celebrar? ¿Realmente las mujeres, todas las mujeres, sienten felicidad cuando se trata de este supuesto destino para cada una? ¿Es acaso la maternidad sólo otro mecanismo más de opresión y esclavitud? ¿Son libres las mujeres-madres? ¿Ser mujer es sinónimo de ser madre? ¿Existe la madre? ¿Para qué realmente sirve la maternidad?

Yo no le di un abrazo a mi madre ni a otras madres. No me gusta abrazar porque la fecha me lo exige, ni mucho menos abrazar porque hay un útero en ese cuerpo que podría exigírmelo también. Sé que el trabajo de las madres no es fácil y cuando se es pobre se vuelve casi imposible, sacrificial y muy sufrido. Sé que no es lo mismo ser una madre que lo planificó con cautela y serlo por obligación porque el aborto no es una opción legitima en este país. He visto a mi madre sufrir tremendamente luego de haber parido, sufrir luego al regresar al mundo laboral y seguir siendo madre; he visto a mi madre sufrir cada vez que hace su trabajo de madre. Porque ser madre es un trabajo, un trabajo sexual y el peor de todos: no hay un sueldo de por medio ni resguardos que la liberen de ciertas cargas morales, sociales y económicos. La sociedad tiene una deuda histórica con el trabajo de estas mujeres que traen cuerpos al mundo, un mundo que sólo es agradable cuando se tiene dinero, dinero y mucho dinero.
Maquinas de producción de mano de obra, dicen muchos. Esclavas fundamentales para el desarrollo del capitalismo, también han dicho. Sirvientas, nada más, ilusionadas con lo bonito de “dar vida”. Las madres son un invento, una manipulación. Las mujeres, para variar, las explotadas en este juego de la bella naturaleza que da destinos –supuestamente- a sus seres vivos. La pachamama así lo dice, como si ser mujer fuera sinónimo de ser madre; como si existiera un designio de la naturaleza para que estos cuerpos con útero deban, obedientemente, traer más gente a este mundo. Que las mujeres adineradas disfruten su maternidad con 12 niños entre las piernas. Las pobres, por su parte, no creo que sientan realmente que “un hijo es una bendición, el mejor regalo que se le puede dar a una mujer”.

Gloria es el nombre de la mujer que me parió. Tiene una historia en común con las mujeres de este país. Y solo por obligación ha tenido que darnos a mis hermanos y a mí una calidad de vida esperable para poder desarrollarnos. Ha sido maravillosa y frágil; ha sido desagradable y porfiada; mi peor enemiga en muchos momentos y la mejor cómplice también. Gloria es una mujer sacrificada, como la mayoría de las mujeres, y cree que esa es la única forma para poder legitimarse como ser humano. Gloria no es feminista, como la mayoría de las mujeres de este país y sigue creyendo que haber sido madre no fue su mejor elección. Nunca quiso hijos; nos ha contado lo que le costó sonreír en algunos partos. Ha sido honesta y eso se lo agradezco. Ha sido tremendamente esforzada y no se si agradecérselo más. Yo sólo le digo cosas para que deje de lado su supuesta obligación. Me dice que no quiere ser una mala madre. Yo siempre le digo que su libertad no significa ser mala madre, pero está resignada, como la mayoría de las madres, y cree que no tiene más opción que intentar su felicidad con todo lo que la sociedad le ha puesto encima. Si tuviera que felicitar a Gloria, no lo haría por su maternidad, sino más bien por su porfía, por su particular resistencia dentro de todas las obligaciones que como mujer le ha tocado asumir.

No se puede hablar de felicidad cuando se habla de maternidad. No estamos en un contexto sociocultural que le permita a las mujeres –las adineradas siempre son felices- decir que es una completa felicidad ser madres. Los juicios valóricos siempre las señalan a ellas cuando hay “fallas” en su comportamiento. Las malas madres son la condena típica, al igual que la ”puta”, para las mujeres que tratan fugarse de alguna forma de todas estas imposiciones. La mentira de la maternidad es toda esa hegemonización de su imagen dulzona, florida y láctea. Hay madres asesinas y otras que “abandonan” hijos. Hay madres que por obligación, siempre a regañadientes, intentan cuidar lo que alguna vez parieron. Hay madres que no tiene vagina. Hay madres que se arrepienten de ser madres toda la vida. No hay madres. Hay mujeres que jamás querrán ser madres. Hay madres que son hombres.

El día de la madre sólo le sirve al sistema para seguir resguardando esa falsa felicidad por sobre el injusto sufrimiento de la inmensa mayoría. Es más importante para el poder ilusionar con esa bendición obligatoria; la economía mundial depende de estas madres felices. Bonos para las madres y para las adolescentes que no aborten. Mujeres controladas para seguir regalando hijos al sistema que los explotará hasta la muerte. Las trabajadoras sexuales más abusadas de la historia. ¿Podemos seguir felicitando el Día de la Madre?

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